1 sept 2008

¡Hágase la luz!







"¡Cuéntame una leyenda papá!" me pidió José Joaquín en una de aquellas típicas noches antes de dormir. Como otras tantas veces (por no decir todas) tuve que improvisar y esto fue lo que salió:



Su castillo parecía inexpugnable. Nadie tampoco habría osado desafiar al rey. Sus súbditos lo percibían y respetaban como el ganador de mil batallas, el fiel heredero de una antigua familia que a lo largo de varias generaciones había erigido un respetable imperio.

Desde sus altos murallones y torres era posible divisar hasta las más lejanas comarcas. Nada escapaba de su vista y de su control. Bueno, al menos en apariencia. Y es que rumores había, por cierto. Sólo que nadie se aventuraba a corroborarlos.

En ocasiones al interior de la fortaleza se escuchaban alaridos , ruidos extraños que infundían temor. También al propio rey. Pero, claro, afuera eso no se sabía. El propio monarca no conocía del todo aquel gigante lleno de recovecos y habitaciones que alguien pudiera haberse imaginado siquiera que existieran.

El rey no podía decirlo pero su temor iba en aumento. Ya no era cosa de su imaginación. Tenía que hacerse cargo del problema, pero no solo. Apremiado por las circunstancias decidió ceder ante uno de sus súbditos de mayor confianza, a quien le pidió que lo acompañara.

- ¿Con qué tipo de armas? ¿Cuántos guardias mando llamar su majestad? le respondió

- Nada de eso dijo el rey. Creo que sólo será necesario traer una vela.

Y así, entonces, abrieron una antigua puerta que parecía haber estado sellada por años , siguiendo la dirección desde la cual parecían provenir los ruidos. Empezaron a bajar y a bajar, cada vez más lejos. Paso a paso.

Su respiración se agitaba, empezaba a transpirar. Sólo quería salir corriendo. Los gritos parecían ensordecedores. ¿Acaso habría prisioneros allá abajo? Pero si fuera así ¿Cómo no habría de saberlo? A estas alturas ya no importaba. No podía dar marcha atrás. Su dominio debía ser total o si no ¿Qué sentido tendría ser rey?

Finalmente el gobernante llegó hasta una puerta detrás de la cual parecían provenir los gritos. Ahí estaba junto a su acompañanante, presto y decidido a dar el paso final, sin espadas, guardias ni armaduras. Sólo con su vela y lleno de valor.

Respiró profundamente y la puerta pareció abrirse sola. Ante sus ojos aparecieron cientos de velas ¿Pero cómo? se preguntaba. Después observó con más calma y se dio cuenta que en el lugar había igual cantidad de espejos.

- ¡Tranquilo majestad! , dijo el vasallo, es sólo el reflejo de vuestra propia imagen.

Y a medida que sus ojos se acostumbraban a aquel sitio ,notó el rey que su figura también se reflejaba en aquellos espejos pero ...deforme. En cada uno de ellos se veía distinto. En algunos delgado, en otros gordo, con su cabeza grande , pequeña, etc.

- ¿Pero en dónde estoy yo? se preguntó el rey

- En todos le respondió su acompañante

- Es cierto dijo el monarca ¿Pero qué ha ocurrido con aquellas voces que sentíamos recién? volvió a inquirir. ¿Hacia dónde se han ido?

- Empezaron a desaparecer apenas abrimos la puerta majestad. Aparentemente el hecho de tenerla cerrada con los años provocaba un efecto de resonancia. Y ya ve usted, ahora no están.

- ¿Y ahora qué debemos hacer mi fiel sirviente?

- Creo que ya está majestad. Lo hecho , hecho está y en buena hora
El rey se sentía mucho más tranquilo, admirado por el efecto multiplicador que una simple luz provocaba en aquella habitación llena de espejos y sin los estruendos subterráneos.

Así las cosas ambos subieron hasta el salón principal del castillo. Y desde entonces, quién sabe cómo, la voz se corrió. Se hablaba de una hazaña. Afuera nadie sabía cómo el rey había aplacado aquel fenómeno. Pero lo había conseguido. Era un secreto que sólo compartía con su fiel sirviente. Desde entonces fue aun mucho más respetado.

Transcurrido ya bastante tiempo , un día al rey se le ocurrio preguntar a su ya anciano lacayo ¿Cómo lo había hecho para superar sus miedos?

Y él respondió:

- Majestad, para mi es suficiente con mirar el sol.

6 comentarios:

Georgette Sarrás dijo...

Que lindo, Rafael…

Afortunados José Joaquín y Diego por tener un gran papá, que sepa tan bien contar cuentos, y que lo haga de manera tan iluminadora…

Rafael dijo...

Muchas gracias Georgette:

El cuento simplemente salió. Es decir en alguna parte estaba. Yo creo, además, que el rey quiere aprender algunos trucos de Merlín..

Un abrazo...Rafa

Andrea Castro Dussert dijo...

Gracias Rafael, es muy bonito y mis hijos también quedaron encantados ¡¡¡con esa magia!!!!

Andrea Castro Dussert dijo...

Gracias Rafael, es muy bonito y mis hijos también quedaron encantados ¡¡¡con esa magia!!!!

Rafael dijo...

Qué bueno Andrea. Los niños queremos hacer magia para aprender cómo trazar el camino hacia la tierra de nuestras fantasías.

Rafael dijo...

Qué bueno Andrea. Los niños queremos hacer magia para aprender cómo trazar el camino hacia la tierra de nuestras fantasías.