4 jul 2008

Fobia social


Cada día, son más y más las personas que se acercan a nosotros para que las ayudemos en un tema, lamentablemente, recurrente: la fobia social.


Los síntomas (lo que se siente) y los signos (lo que se ve), son aproximadamente los mismos y se combinan entre sí para definir un diagnóstico general: un miedo persistente e intenso a una o varias situaciones sociales o bien a situaciones de desempeño durante las cuales el individuo queda expuesto a una eventual y atenta observación por parte de otros. La persona teme actuar o mostrar signos de ansiedad de manera embarazosa o humillante. Las características habituales asociadas a la fobia social contienen una hipersensibilidad a la crítica, a una evaluación negativa o al rechazo, una débil autoestima o sentimientos de inferioridad. Las personas con fobia social temen, a menudo, una evaluación indirecta por parte de los otros, tal como pasar un examen.

Si yo fuese un niño y le preguntara a un adulto (que, supongo, todo lo saben) acerca de la fobia social, éste pudiera darme dos explicaciones: la primera sería una explicación similar a la de arriba y la segunda sería similar a lo que se siente cuando se ha vivido esta situación. Entonces, volvemos al punto de partida: cognición por información adquirida verbalmente, cognición adquirida por experiencia de vida. Saber...Sentir. Las dos entregan experiencias. Aunque diferentes. En trance, es muy fácil vivir las experiencias, y por lo mismo, cuando el trance ocurre dentro del marco de una sesión hipnoterapeutica, también es fácil balancearlas para llegar a un punto de disociación con el evento en sí, corregirlas, reformularlas, etc.
¿Cual es el origen? Una excesiva conciencia del entorno sociocultural y del juicio que este pudiera emitir, adquirida ya sea por educación o por vivencia.

Cuando detectamos que un niño es excesivamente tímido, entonces debemos fijarnos más en sus padres y en cómo ellos los preparan para enfrentar al mundo y a las personas. Porque es bien sabido que hay ciertos miedos que se heredan...
1- “¡Pórtate bien, que no vayan a pensar mal de ti!”, “No cometas errores, los otros niños te están mirando...” Pudiese ser una frase inocente y regida por lo buenos modales. Pero...

2- También me ha tocado conocer padres que son “unas fieras” y cuyos hijos se sienten opacados por esa fuerte personalidad paterna o materna, madres descontroladas emocionalmente y/o padres ausentes (física o emocionalmente) y exitistas... Los niños callan, por confusión o por miedo. Eventualmente, el niño hasta pudiera luchar contra esa herencia y transformarse en algo parecido.

3- “Yo dejo que mi hijo haga todo lo que quiera...”...hasta que alguien vendrá y le dirá al niño “Pero, ¿acaso no te das cuenta de los que hiciste? Te equivocaste... ¡Es horrible, ridículo y habla pésimo de ti!”

En estos casos puntuales, la fobia social será, solamente, una de las muchas y tristes consecuencias que el futuro adulto sufrirá.

Y así, hay más ejemplos, el tema es vasto y esto es sólo un esbozo del asunto...


Tener conciencia social es bueno, nos mantiene congruentes con el medio en el cual nos desarrollamos. Lograr comunicarnos con dicho medio, es un arte, también se requiere de disciplina y técnica para hacerlo inherente a nuestro ser. Si logramos comunicarnos con nuestros hijos de manera natural y controlada, asistida en un justo balance y sobretodo con amor y respeto, lo más probable es que logremos enseñarles a ser adultos seguros de si mismos al momento de hablar o exponer en público.