14 may 2008

¡Uf, que lata!

El vocablo “Alexitimia” proviene de las raíces griegas a (sin), lexis (palabra) y thimos (afecto), es decir, sin palabras para los afectos.

Quienes calzan con esta definición tienen serias dificultades para identificar y describir emociones —propias y ajenas—, y un vocabulario emocional sumamente restringido. Es más, se trata de personas que no consiguen discriminar las emociones de las sensaciones corporales, entonces dicen tener palpitaciones, sudoración, cosquilleo en el estómago… pero no lo reconocerán, por ejemplo, como ansiedad…

Por otra parte, está nuestra tendencia a la creación y uso de palabras “comodines”, por ejemplo, decimos “lata” para referirnos a la pena, la rabia, la frustración, la decepción, la desmotivación, el aburrimiento…

Entonces me pregunto qué relación habrá entre la amplitud del repertorio lingüístico que vamos adquiriendo desde nuestra infancia con esta condición.

Pensé en investigarlo más y escribir un sesudo artículo sobre cómo mejorar y completar nuestros mapas emocionales mediante la ampliación del vocabulario, o viceversa, pero -la verdad- me dio lata…