22 ene 2008

¿Vidas pasadas? 5


Definitivamente el cristianismo no acepta la idea de la reencarnación. Pero quienes sí, utilizan la propia Biblia como una fuente de supuestas pruebas para defender su posición




Todas las visiones que avalan la posibilidad de la reencarnación chocan de frente con la postura del cristianismo y en especial de la Iglesia Católica. Para ésta no hay más que una sola existencia terrenal , tras la cual el espíritu del hombre deriva al cielo, al purgatorio o al infierno según sea la decisión divina.
La idea de la reencarnación era conocida durante los primeros años de la era cristiana ya que fue llevada hasta Palestina por sacerdotes budistas. Fue aceptada, entre otros, por esenios y gnósticos. Pero no fue sino hasta el año 583 de nuestra era que la Iglesia se pronunció tajantemente respecto al tema durante el sínodo de Constantinopla. El emperador Justiniano, apoyado también en la insistencia de su esposa Teodora, pidió rechazar la idea de las vidas pasadas. Algunos autores postulan que esta decisión se hizo con un cálculo político: mantener a un pueblo ignorante en orden, subyugado bajo la idea de un infierno al que irían a parar todos aquellos que no obedecieran a sus autoridades eclesiásticas.
Independiente de las razones lo cierto es que hoy la Iglesia mantiene firme su posición al respecto, tal como lo señala el capítulo 1013 del catecismo católico:
“La muerte es el fin de la peregrinación terrena del hombre, del tiempo de gracia y de misericordia que Dios le ofrece para realizar su vida terrena según el designio divino y para decidir su último destino. Cuando ha tenido fin el único curso de nuestra vida terrena, ya no volveremos a otras vidas terrenas. Está establecido que los hombres mueren una sola vez. No hay reencarnación después de la muerte.”
La Biblia hace algunas alusiones al tema. Sin embargo éstas son interpretadas de acuerdo a las creencias de los distintos autores.
Quizás el pasaje que más controversias genera es el de Mateo (11:14) y en el que se alude a la figura de Juan El Bautista como la supuesta reencarnación de Elías. Jesús menciona que Juan había venido en el espíritu del profeta: “Pues todos los profetas, lo mismo que la Ley, hasta Juan profetizaron. Y si queréis admitirlo, él es Elías, el que iba a venir. El que tenga oídos que oiga”. Para quienes creen en la reencarnación, la alusión es clara. Contrariamente los que la rechazan piensan que estas palabras hablan de los atributos del bautista, similares a los de Elías. El mismo Mateo en el capítulo 17: 1 narra un episodio en el que Pedro, Jacobo y Juan acompañan a Jesús a un monte alto, lugar en el que éste se transfiguró “y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz. Y he aquí que se les aparecieron Moisés y Elías, hablando con él”. Luego, se preguntan los católicos, dónde queda la idea de la reencarnación si los espíritus de Moisés y Elías se presentan ante el Señor, ¿Cómo es que no han tomado lugar en otros cuerpos habiendo pasado tanto tiempo desde que murieron?
En San Lucas (1:14) también se hace una referencia al respecto cuando un ángel le anuncia a Zacarías (un sacerdote de Judea) que su mujer, Isabel, va a tener un hijo, llamado Juan (el bautista): “Estará lleno de Espíritu Santo ya desde el seno de su madre y convertirá al Señor su Dios a muchos de los hijos de Israel e irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos y a los rebeldes a la prudencia de los justos.”
Para San Pablo, sin embargo, no hay lugar a dudas. En su epístola a los hebreos dice: “Y del mismo modo que el destino de los hombres es que mueran una sola vez, y luego ser juzgados, así también Cristo, después de haberse ofrecido una sola vez...se aparecerá por segunda vez...”
Dentro de los mismos católicos hay quienes han recurrido a prácticas bastante menos ortodoxas para negar la existencia de las vidas pasadas y la reencarnación. Francoise Brune es un teólogo y sacerdote belga que, entre otras cosas, ha investigado y avalado la transcomunicación instrumental. Se trata de un conjunto de técnicas con la que, supuestamente, se puede establecer algún tipo de comunicación con los muertos. Quienes la practican utilizan grabadoras de voz, computadores, pantallas de televisión, médiums o escritura automática. Los que avalan este tipo de experiencias citan como uno de los casos más verosímiles el de Pierre Monier, un soldado francés fallecido en 1915 a los 23 años durante la primera guerra mundial. Su madre, supuestamente, fue el canal mediante el cual dio a conocer sus mensajes desde el más allá. Y ésta señalaba que “en efecto, a veces se produce la reencarnación, pero con bastante menos frecuencia de lo que creen algunos psíquicos”, “a veces se aconseja como medio más rápido para llevar a cabo la evolución obligatoria y para alcanzar la felicidad hacia la que todos tendemos y que sólo lograremos en la fusión con Dios”. Pero dice también que es casi “siempre facultativa, por decirlo así”, “es una obligación excepcional”. En virtud de ésta y otras tantas experiencias Francoise Brune esboza la siguiente teoría: los seres humanos, luego de fallecidos, no se reencarnan. Es después de la muerte física que van evolucionando y alcanzando distintas etapas en procura de la perfección, pero en el más allá.
Claramente, como se ve, no hay consenso respecto al tema. De no ser por algunas experiencias puntuales que de por sí están sujetas a interpretación, podría decirse que –básicamente- se trata de una cuestión de fe. Cosa muy distinta son los resultados terapéuticos de las regresiones a supuestas vidas pasadas y qué variables influyen para que éstos sean exitosos. En esta área, aún, hay mucho paño que cortar.

1 comentario:

Andrea Castro Dussert dijo...

Estuve releyendo tus posts sobre vidas pasadas (¡las 5 etapas!), y ¿qué puedo decir? Es un estupendo trabajo, Rafael, estoy maravillada, en trance...¡Te doy las gracias, por enésima vez, por tu dedicación, por tu aporte, por tan valiosa información! Estoy segura que aún falta mucho por conversar al respecto...una puerta abre tantas otras...Me parece que tenemos tema para ¿una tertulia?
¡Un abrazo enorme!