4 mar 2010

Un terremoto en el alma


No sólo quedaron escombros ; también se abrieron las grietas de esa consciencia nacional colectiva que desde antes parecía endeble. En muchos quedó instalada la incertidumbre y , en consecuencia, la indecisión respecto a qué rumbo tomar. Peor aun, otros tantos quedaron paralizados por el miedo sin siquiera darse la posibilidad de pensar en dejar el atolladero. No sólo entonces se necesita voluntad. También señales.
Al estar entre las ruinas una pequeña luz da esperanza; una voz que viene del otro lado compañía. Se hace necesario entonces atreverse a gritar, implorar por ayuda y confirmar que se vive. El rescatista precisa de aquellas señales también para actuar y abrirse camino entre los muros caídos.
¡Cuántas veces el país parece haber sucumbido y en cuántas también se ha levantado!
Una mano caída necesita de la otra para levantarse. Así no sólo se ponen de pie aquellos que parecen abatidos, sino que se establecen puentes para unir el cuerpo social. Confío en que se puede. Y así como se alimenta el alma del que sufre, se nutre también el espíritu de una nación que tal cual como Lázaro es capaz de levantarse y caminar.

2 comentarios:

Martha Saenz dijo...

Ante el dolor la angustia y desesperanza, solo les puedo decir que en la Ciudad de méxico hace años ya paso lo mismo. Y aunque parezca icreible las personas resurgieron mas sabias, fuertes y con mas conciencia. Seguro este momento de dolor pasará y los unirá mas, no solo estre Ustedes sino con el mundo.
Con respeto y solidaridad.
Martha Sáenz
Monterrey, México

Rafael dijo...

Muchas gracias Martha. Recojo tus palabras y aprecio tu cariño. Confío en que saldremos adelante. ¡Se puede!