Hoy, tuve la oportunidad de conocer una persona que necesitaba hipnoterapia. Lo curioso fue cuando me contó que sufría mucho por una traición de la cual había sido víctima y hoy, es incapaz de confiar, nueva y plenamente, en ese ser querido. Su rabia y confusión son infinitas.
Me parece que todos podemos tener una vaga noción de lo que significa ese término, ya sea porque la hemos experimentado (como traidor o traicionado) y aprendemos de esa experiencia, ya sea porque, sin saber de qué se trata realmente, nos lanzamos de lleno a los diccionarios, informes, ensayos, poemas, videos,… todo aquello que nos pueda ubicar en un contexto común, con las emociones correspondientes.
Wikipedia dice lo siguiente: Traidor puede referirse a una persona que traiciona (o es acusada de traición) a su propio partido político, familia, amigos, grupo étnico, religión, u otro grupo al cual pueda pertenecer. A menudo, tales acusaciones son controvertidas y disputadas, cuando la persona no puede identificarse con el grupo del cual es miembro, o de lo contrario está en desacuerdo con los líderes del grupo que hacen el cargo.
Entonces, me pregunto ¿qué hace que una persona (“traidor”) no pueda sentirse identificada con un grupo o con la persona “traicionada”?
1) ¿Por monotonía o aburrimiento,
2) Por necesidad de nuevas sensaciones o rechazo a las anteriores,
3) La aparición de una tercera persona o de una mejor oportunidad,
4) Por necesidad de reforzar la autoestima,
5) Porque vivimos en una sociedad de consumo de “usar-y-tirar”?
No hay que buscar demasiado para percatarse que es fácil recordar algún momento en el cual hemos percibido una de estas alternativas (sí, incluso pelando la vecina, la suegra, el dirigente político, venganza poco elegante…). Aún así, ninguna de éstas justifica un engaño y muchas veces, ya sea por comodidad, miedo, inmadurez emocional o por evitar un enfrentamiento del cual no sabemos si vamos a salir bien o mal parados, actuamos silenciosamente y traicionamos ya que “todo lo que hacemos tiene una intención positiva para quien lo ejecuta y un contexto donde es adecuado…”.
Pero cuando hemos sido traicionados…uf, ¡arde Troya! Y dentro del caballo integramos autoestima, identidad, orgullo, vanidad, etc. todos nuestros más temibles guerreros. Por supuesto esperando que el traidor sólo le mire los dientes al caballo regalado… ¡y no el estomago!